Gran parte del trabajo de Henrik se desarrolla fuera de la cocina: hablando con las personas, explicando las ventajas económicas y medioambientales a los clientes y difundiendo su pasión. Incluso les da la vuelta a sus menús. Si, por ejemplo, sirve una hamburguesa, el menú traerá las verduras primero y después la carne.
Para Henrik, es una pasión tanto por el cuidado del planeta como de la salud. Hacen falta unos siete kilos de cereal para producir un kilo de ternera, lo que hace de las verduras y hortalizas una opción mucho más sostenible. El desperdicio alimentario es otro problema importante, tanto para Henrik como para sus comensales.
“Solo en Dinamarca, generamos 700.000 toneladas de desperdicio alimentario cada año. Esto es perjudicial para el medioambiente y muy costoso para el cliente. Si yo puedo reducir un 40% de ese desperdicio en mi restaurante, ya he aportado mi granito de arena tanto al planeta como a su bolsillo”, afirma Henrik.
La unión de pequeños cambios ha tenido un gran impacto. Por ello, los cocineros de Henrik aprovechan la hortaliza entera, con la piel, y tratan de cocinar a fuego lento en un horno templado para reducir el consumo energético. La mayor parte de los alimentos que usan en sus cocinas son productos de proximidad, lo que reduce los gastos de transporte y las emisiones de CO2. Henrik está incluso incorporando el uso de recipientes de algodón 100% biodegradable para los take away.