Para ser más eficientes en el uso de los recursos, se ha de prestar atención al consumo energético y su reducción; y, combinando datos, análisis y experiencia es posible avanzar en sostenibilidad.
Son muchas las acciones con las que una compañía puede mejorar todos los procesos operativos para minimizar su impacto. Empezando por un mapeado y una auditoría energética, se puede establecer una lectura base del consumo de energía. Asimismo, se descubrirán oportunidades de mejora para el ahorro energético y de costes en el futuro y señalar qué sistemas, iluminación y dispositivos se pueden optimizar.
Además, con la utilización de fuentes energéticas limpias y renovables, se puede contribuir a ralentizar los efectos del calentamiento global, ya que uno de los mayores causantes del cambio climático es la quema de combustibles fósiles como es el petróleo. Instalar paneles fotovoltaicos u optar por una flota de vehículos eléctrica son buenos ejemplos de ello.
El poder del individuo
Por otro lado, cada persona tiene la capacidad de introducir mejoras en su día a día que pueden marcar una gran diferencia. Porque, cambiando nuestro comportamiento y utilizando los recursos de manera más eficiente, podemos reducir nuestra huella ambiental.
Pequeñas acciones como apagar equipos y luces cuando no se estén utilizando – o programar su desconexión a través de temporizadores-, notificar las averías de luminarias, o sustituir las lámparas tradicionales por LED, así como prestar atención a la huella de carbono digital, son pequeños esfuerzos que, sumados a lo largo del tiempo, pueden tener un gran impacto.
Reducir el consumo de recursos energéticos es una iniciativa que cada organización y persona tiene que liderar. Solo juntos, sumando esfuerzos, será posible cumplir con el objetivo de crear lugares de trabajo más sostenibles.