El workplace como herramienta estratégica para la optimización del negocio A pesar del más que obvio impacto que tiene entorno en el ser humano, los estudios siguen reflejando que solo el 13% de los trabajadores a nivel mundial mantienen unos altos niveles de compromiso y satisfacción con su espacio de trabajo. Por el contrario, vemos también que el 11% están muy insatisfechos con sus oficinas y poco comprometidos.
Para invertir esta tendencia, los equipos directivos deben cambiar su percepción del espacio de trabajo, de modo que dejen de verlo como un gasto operativo y lo conviertan en un activo que puede utilizarse para impulsar el negocio y como una herramienta de gestión del cambio.
Según explica Gitte Andersen, Head of Workplace Management & Design del Grupo ISS:
“Para superar las barreras competitivas a las que se enfrentan muchas empresas y aumentar el rendimiento de la organización, es importante que los líderes tengan en cuenta la forma en la que sus oficinas apoyan las metas y objetivos de la organización. Por ejemplo, si una empresa aspira a mejorar la colaboración, tener despachos individuales, donde los empleados no interactúan con sus compañeros durante la mayor parte del día, no es una solución óptima.
Incluso teniendo en cuenta la forma en que los empleados utilizan un entorno de trabajo podemos respaldar los objetivos estratégicos de una empresa. Por ejemplo, estudios revelan que los trabajadores cuyas funciones son más cognitivas pasan el 30-55% del tiempo en sus mesas. De aquí surgen las siguientes preguntas: ¿que haya filas de mesas vacías refleja un uso eficaz del espacio en una oficina? y, ¿cómo podría utilizarse este espacio para otras actividades que aporten valor a la organización?”. El espacio de trabajo por sí solo no basta, se necesita gente para darle vida Está claro que el espacio no es el elemento por excelencia en un lugar de trabajo. Imaginemos por un momento que la cultura y los valores se pueden construir entre los muros o ser fijados en la pintura de las paredes mientras se levanta el edificio.
Es necesario contar con personas que le den vida.
Por tanto, mientras que el diseño de espacios se encarga del entorno físico necesario para facilitar un cambio o impulsar la optimización, será un servicio dotado de un toque humano el que pueda entablar una conexión emocional y, por consiguiente, afianzar y reforzar la cultura deseada y hacer que los valores de la organización cobren vida.
El design-thinking como el núcleo de los espacios de trabajo optimizados Para que un lugar de trabajo funcione, el servicio y el espacio deben estar alineados y diseñados teniendo en cuenta los resultados deseados específicos, y con foco en las necesidades de los empleados.
Trabajar con metodologías específicas de diseño de los espacios de trabajo y los servicios nos permite centrarnos en los servicios que aportan mayor valor emocional a los empleados, en los elementos físicos que intensifican o debilitan la experiencia en el espacio de trabajo, y optimizar el espacio y el servicio en dirección a los resultados empresariales deseados.
Por ejemplo, para las personas que buscan optimizar la eficiencia de sus equipos y facilitar el camino a quienes buscan una mayor conciliación laboral y personal, los servicios de guardería pueden ser una solución que satisface ambos objetivos y que, a la vez, mejora la experiencia general en el lugar de trabajo.
En otros casos, y para las empresas que buscan alejarse de una estructura tipo silo a una configuración más plana y colaborativa, puede valer la pena diseñar un espacio de trabajo abierto. A través de una disposición de oficina abierta, se favorecen los encuentros casuales y promueven las interacciones sociales.
Al final, no importan las preferencias y necesidades. Solo cuando combinamos el diseño del lugar de trabajo y el diseño del servicio somos capaces de crear una experiencia holística en el lugar de trabajo, donde todo el espacio tiene un significado y cada encuentro de servicio puede marcar la diferencia en la vida cotidiana de una persona.