Los espacios de trabajo han cambiado significativamente para las empresas en los últimos dos años, convirtiéndose en lugares de reconexión para las personas impulsando el sentimiento de vinculación a la organización, y en lugares donde potenciar la experiencia del empleado a través de los servicios ofrecidos en las instalaciones.
En este sentido, según la encuesta ISS Pulse realizada a más de 100 clientes de la compañía a nivel mundial, las tres principales razones para invertir en las oficinas tras la pandemia están relacionadas con la innovación y la colaboración, la atracción del personal hacia las instalaciones y el aumento del sentido de pertenencia.
Para responder a estas nuevas necesidades y demandas tanto de personas como de empresas, resulta indispensable cambiar también el enfoque de la gestión de instalaciones de manera que los servicios estén más centrados en las experiencias. Es decir, evolucionar del Facility Management al Workplace Experience Management.
De esta manera, las instalaciones no serán únicamente lugares donde se desarrolla la actividad, sino también donde se disfrute de experiencias que ayudan a potenciar el sentimiento de comunidad entre los equipos y que, por tanto, atraigan a las personas. Buscando, asimismo a través de los servicios ofrecidos, la mejora del rendimiento y del bienestar.
Para hacerlo realidad, la tecnología tiene un rol esencial. Y es que, con la implementación de sensores en los edificios, es posible recoger información en tiempo real (temperatura, presión del aire, maquinaria, iluminación, movimiento por el edificio y la utilización del espacio) para satisfacer las demandas in situ y tomar decisiones.
Con los datos recabados se diseñan y ajustan los servicios para, no solo gestionar las instalaciones basándose en el uso real actual, sino también actuar de manera predictiva y aumentar la eficiencia operativa, la trazabilidad y la experiencia de usuario.
Es por ello que el Workplace Experience Management supone “la nueva era” del Facility Management, donde se tiene en cuenta la interconexión entre personas y espacios y, donde los servicios actúan como impulsores de experiencias, productividad y bienestar.